En la cuesta de lo rozado, olvidada y desolada, se desvanecen los ecos de una época añorada. Camino de antaño, testigo de mil pasos firmes, conectando Genalguacil con fincas y confines. Desde La Casilla al Molino de Godoy, un sendero de historia y encanto en su coy. El Peral, el Majolillo y la Máquina, nombres susurrados por el viento que fascina. La senda quebrada en la bruma del tiempo, una vez transitada por muchos, hoy no es igualmente. La Alharia, en su belleza antigua y olvidada, llora en silencio su gloria pasada. Donde antes hubo bullicio y alegría, ahora solo reina la melancolía. Las bodegas y El Soto, vestigios silenciosos, susurran al viento cuentos inconclusos y latentes. La cuesta de lo rozado, camino abandonado, como un testigo mudo del paso del pasado. Pero aún en su soledad, guarda secretos ocultos, esperando ser descubiertos por nuevos tributos. Que vuelvan a poblar sus lares con paso sereno, y devuelvan a este camino su esplendor pleno. Que Genalguacil y sus fincas vuelvan a brillar, con la vida que en su olvido empezó a faltar. La cuesta de lo rozado espera ser redescubierta, por aquellos que anhelen su belleza despierta. Y así, entre sus piedras y susurros serenos, renazca el alma de un sendero en plenos. Que su historia se entrelace con el presente, y la cuesta de lo rozado encuentre su rumbo perdido. Que vuelva a ser transitada por aquellos con coraje, y así, el sendero vuelva a ser un nuevo viaje. |
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